Las entidades financieras han empezado a cerrar el grifo a familias y a empresas. La restricción de la financiación empresarial para las operaciones más especulativas ha originado una marcada volatilidad en los mercados, especialmente los de deuda, y algunos expertos no creen que la economía pueda seguir creciendo a los niveles actuales, lo que alimenta a su vez los fantasmas de una posible recesión.
Las bajadas, de tipos estimulan el consumo y merman el ahorro, que es lo que hemos estado viviendo durante casi toda una década. Por lo que debido a esta situación de fuerte demanda, “se genera la necesidad de mucha mano de obra”.
Mano de obra, que los empresarios empiezan a contratar a trocho y mucho. Muchas veces poco cualificada, con la única intención que esta, se ponga en seguida a producir para hacer frente al aumento del consumo.
Debido a la dilatada prolongación de esta situación, en conjunción con el periodo excepcional que se ha vivido en cuanto a los tipos de intereses, los cuales, han llegado a estar muy por debajo del propio coste de la vida, han hecho, que muchos, en nuestro país, se hayan apuntado al carro del dinero fácil y rápido, generándose unas falsas expectativas, y que bien ha venido a llamase la cultura del pelotazo, dando como resultado, que nuestro país solo halla un monocultivo productivo, que no es otro que el de la construcción.
Esto ha dado como resultado, que se dejen en muchos casos a un lado aspectos tan importantes y esenciales como es el de la competitividad, el desarrollo en I+D, las mejoras de los sistemas y de las eficiencias así como el de una formación continua y profesional de los trabajares.
Todo este modelo tan bonito tiene sin embargo, un anverso totalmente oscuro, un moustro de dos cabezas, el cual, si no se sabe controlar, acabara con la ruina total de muchas personas. Nuestro enemigo, no es otro que la inflación, que en los últimos años a sido espoleada fuertemente, por aumentos en los precios de muchos productos de consumo, que junto a alzas en los precios de las materias primas (teniendo como máximo exponente, el caso del petróleo y sus derivados), han dado como consecuencia una perdida muy importante del poder adquisitivo real en la mayoría de los ciudadanos.
Pero claro, al subir los tipos de interés, los ahorros rentan más, se fomenta el ahorro, y por ende el consumo disminuye (demanda interna).
Al disminuir la demanda interna, lo que interesa es empezar a reducir costes, tratando de soltar lastre, por lo que se eliminan todos aquellos puestos de trabajo que ya no son necesarios por la menor demanda, y se empieza a buscar por un lado unas menores subidas saláriales que por otro lado con la anterior política tampoco habían llegado, y unos trabajadores más cualificado para así mejorar los procesos y reducir costes.
Yo pienso que sin embargo y a pesar de todo, es bueno y sano dar un respiro de vez en cuando al mercado, y tienen que existir periodos de asentamientos, aunque por desgracia y en una primera fase de los mismos, estos siempre tiene una clara repercusión en el bienestar de todas las personas de a pie que ven más restricciones.
Solo espero que la clase empresarial y política, demuestre más categoría que hasta la presente, estando a la altura de la situación que se avecina, para que así y entre todos seamos capaces de cumplir con el cambio de política económica, apostando por un mejor desarrollo de nuestro tejido industrial y no solo el ladrillero, abriendo nuevos mercado, siendo más competitivos, y apostando con decisión y firmeza por la I+D
Las bajadas, de tipos estimulan el consumo y merman el ahorro, que es lo que hemos estado viviendo durante casi toda una década. Por lo que debido a esta situación de fuerte demanda, “se genera la necesidad de mucha mano de obra”.
Mano de obra, que los empresarios empiezan a contratar a trocho y mucho. Muchas veces poco cualificada, con la única intención que esta, se ponga en seguida a producir para hacer frente al aumento del consumo.
Debido a la dilatada prolongación de esta situación, en conjunción con el periodo excepcional que se ha vivido en cuanto a los tipos de intereses, los cuales, han llegado a estar muy por debajo del propio coste de la vida, han hecho, que muchos, en nuestro país, se hayan apuntado al carro del dinero fácil y rápido, generándose unas falsas expectativas, y que bien ha venido a llamase la cultura del pelotazo, dando como resultado, que nuestro país solo halla un monocultivo productivo, que no es otro que el de la construcción.
Esto ha dado como resultado, que se dejen en muchos casos a un lado aspectos tan importantes y esenciales como es el de la competitividad, el desarrollo en I+D, las mejoras de los sistemas y de las eficiencias así como el de una formación continua y profesional de los trabajares.
Todo este modelo tan bonito tiene sin embargo, un anverso totalmente oscuro, un moustro de dos cabezas, el cual, si no se sabe controlar, acabara con la ruina total de muchas personas. Nuestro enemigo, no es otro que la inflación, que en los últimos años a sido espoleada fuertemente, por aumentos en los precios de muchos productos de consumo, que junto a alzas en los precios de las materias primas (teniendo como máximo exponente, el caso del petróleo y sus derivados), han dado como consecuencia una perdida muy importante del poder adquisitivo real en la mayoría de los ciudadanos.
Pero claro, al subir los tipos de interés, los ahorros rentan más, se fomenta el ahorro, y por ende el consumo disminuye (demanda interna).
Al disminuir la demanda interna, lo que interesa es empezar a reducir costes, tratando de soltar lastre, por lo que se eliminan todos aquellos puestos de trabajo que ya no son necesarios por la menor demanda, y se empieza a buscar por un lado unas menores subidas saláriales que por otro lado con la anterior política tampoco habían llegado, y unos trabajadores más cualificado para así mejorar los procesos y reducir costes.
Yo pienso que sin embargo y a pesar de todo, es bueno y sano dar un respiro de vez en cuando al mercado, y tienen que existir periodos de asentamientos, aunque por desgracia y en una primera fase de los mismos, estos siempre tiene una clara repercusión en el bienestar de todas las personas de a pie que ven más restricciones.
Solo espero que la clase empresarial y política, demuestre más categoría que hasta la presente, estando a la altura de la situación que se avecina, para que así y entre todos seamos capaces de cumplir con el cambio de política económica, apostando por un mejor desarrollo de nuestro tejido industrial y no solo el ladrillero, abriendo nuevos mercado, siendo más competitivos, y apostando con decisión y firmeza por la I+D
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