Como cambian las cosas, hace apenas dos meses la Reserva Federal y el BCE confirmaban que su principal preocupación seguía siendo controlar el mar de liquidez que alimentaba la inflación, anunciando nuevas subidas de tipos, y dos días más tarde, en una acción concertada histórica, Bernanke y Trichet ordenaban inyectar la friolera de 200.000 millones de euros en un mercado interbancario al borde del colapso por falta de liquidez.
Las dificultades para salir definitivamente del atolladero monetarista no escapan a nadie. Si se bajan artificialmente los tipos de interés, se dispara la liquidez y se empiezan a producir fuertes tensiones inflacionistas. Si por el contrario, se suben los tipos de interés de forma concertada para atajar los problemas de inflación y acabar con la formación de burbujas, la que se resiente es la propia salud económica tanto de las empresas como de los individuos (agentes económicos), corriendo el riesgo que se produzca la llamada “trampa de liquidez” que se origina cuando los agentes económicos no responden a los incrementos en los tipos de interés con un aumento de fondos o dinero para que siga funcionando el mercado a buen ritmo.
Esa “retención” del dinero es, precisamente, lo que podría estar ocurriendo en los mercados en estos momentos.
Si bien del “incendio financiero” ha sido los EEUU donde la expansión crediticia sin control ha terminado por poner en jaque la estabilidad del propio sistema financiero a nivel mundial, hemos de tener en cuenta que debido a la globalización de los mercados, la crisis se ha extendido de manera muy rápida, afectando a todas las economías sin excepción alguna y llegando a crear en muy poco tiempo un clima de desconfianza generalizada en la que los bancos, han llegado a no prestarse casi dinero unos a otros por miedo a verse más afectados.
Solo gracias a la participación conjunta de todos los grandes bancos centrales del mundo, se ha conseguido que el mercado siguiera funcionando sin llegar a colapsarse .
Lo que resulta paradójico dentro de este modelo globalizado es que siempre que se producen inercias positivas para nosotros, nuestros dirigentes políticos se apresuran a destacar dicho efecto positivo. Haciendo gala de las bondades y los grandes beneficios que conlleva para la economía mundial este modelo.
Las dificultades para salir definitivamente del atolladero monetarista no escapan a nadie. Si se bajan artificialmente los tipos de interés, se dispara la liquidez y se empiezan a producir fuertes tensiones inflacionistas. Si por el contrario, se suben los tipos de interés de forma concertada para atajar los problemas de inflación y acabar con la formación de burbujas, la que se resiente es la propia salud económica tanto de las empresas como de los individuos (agentes económicos), corriendo el riesgo que se produzca la llamada “trampa de liquidez” que se origina cuando los agentes económicos no responden a los incrementos en los tipos de interés con un aumento de fondos o dinero para que siga funcionando el mercado a buen ritmo.
Esa “retención” del dinero es, precisamente, lo que podría estar ocurriendo en los mercados en estos momentos.
Si bien del “incendio financiero” ha sido los EEUU donde la expansión crediticia sin control ha terminado por poner en jaque la estabilidad del propio sistema financiero a nivel mundial, hemos de tener en cuenta que debido a la globalización de los mercados, la crisis se ha extendido de manera muy rápida, afectando a todas las economías sin excepción alguna y llegando a crear en muy poco tiempo un clima de desconfianza generalizada en la que los bancos, han llegado a no prestarse casi dinero unos a otros por miedo a verse más afectados.
Solo gracias a la participación conjunta de todos los grandes bancos centrales del mundo, se ha conseguido que el mercado siguiera funcionando sin llegar a colapsarse .
Lo que resulta paradójico dentro de este modelo globalizado es que siempre que se producen inercias positivas para nosotros, nuestros dirigentes políticos se apresuran a destacar dicho efecto positivo. Haciendo gala de las bondades y los grandes beneficios que conlleva para la economía mundial este modelo.
Sin embargo en el caso de inercias negativas como es el caso que nos ocupa, rápidamente todos se afanan por minimizar las repercusiones de la misma y de desvincularse, haciéndonos ver a todos las enormes diferencias que existen entre los modelos económicos de los países afectados y los suyos.
Por ello y a pesar de que aún se mantienen los índices de créditos dudosos en unos niveles históricamente bajos se podría concluir diciendo: que de momento aún no se ven motivos graves para la alarma sobretodo si tenemos presente que el mercado hipotecario europeo no tiene nada que ver con el de Estados Unidos, anque si debemos de tener bastante cautela, y no olvidar las multiples interacciones y correlaciones que existen entre todos los mercados.
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